“Estas personas … me honran con los labios, pero su corazón está lejos de mí” (es. 29:13)
Con estas palabras, el profeta Isaías demostró que la adoración no se trata solo de lo que decimos sino de lo que atesoramos en nuestros corazones . Dios no quiere que simplemente digamos que creemos; Él quiere que creamos. En este pasaje, vemos el contraste entre la adoración de los labios de Herodes y la auténtica adoración de los magos entregando su tiempo, talentos y tesoros a los pies del rey.