Érase una vez, en una tierra muy, muy lejana, mucho antes de Internet y las maravillas del GPS, vivía un pueblo que usaba mapas impresos para desplazarse. A veces, cuando no había un mapa disponible, la gente se detenía y preguntaba direcciones. Algunos de ellos odiaban pedir direcciones y preferían encontrar las cosas a su manera. Muchos de los que decidieron hacerlo terminaron inevitablemente perdidos. Estar perdido es buscar desesperadamente dirección pero no encontrar ninguna. Espiritualmente, el corazón perdido anhela a Dios pero no puede encontrar el camino de regreso a Él. Orgulloso e incapaz de pedir dirección, el corazón perdido busca todo lo correcto de la manera equivocada. Por eso vino Jesús. Él vino a darnos la dirección que necesitamos desesperadamente pero que muchas veces no queremos escuchar. Vino a decirnos que estamos perdidos pero que no es necesario que sigamos así.
La Razón de Su Venida ::: Vino a Dar su Vida en Rescate por Muchos
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