El amor no sólo habla lo que se habla, sino que también debe seguir el camino. En este pasaje, Juan muestra que demostramos la eficacia del mensaje de Dios cuando nos amamos unos a otros con nuestras palabras demostradas en nuestras obras de cuidado mutuo y edificación, servicio sacrificial y generosidad. Todo esto sólo es posible porque Dios nos ha acogido en el tejido mismo de la efusión intratrinitaria de su presencia y de su amor.