“Nadie es perfecto” es una frase que muchas veces se utiliza para excusar o justificar nuestro fracaso o falta de progreso en un área en particular. Aunque el hecho de que somos imperfectos es claro y cierto, esto nunca es una excusa para la complacencia o el pecado. En este pasaje, Juan desafía a su audiencia a aceptar el mensaje de la santidad de Dios, defendiendo los estándares y provisiones de Dios para nuestro caminar personal sin comprometer la justicia de Dios y al mismo tiempo reconociendo humildemente cuándo debemos confesar y arrepentirnos en gracia y verdad. el cuerpo de Cristo son una extensión del ministerio personal y amoroso de santificación y transformación de Cristo.