La conversión es nuestro primer paso en el viaje del fabricante de discípulos. No podemos dar lo que no hemos recibido. El llamado del pastor es primero un llamado a la salvación donde damos la espalda al pecado para abrazar la suficiencia que satisface la vida de Dios. La salvación no se trata de lo que hacemos por Dios, sino lo que él ya ha hecho por nosotros.