En la Biblia, no está mal que seamos dueños de las cosas, pero sí está muy mal que las cosas nos posean a nosotros. Muchas veces, en nuestro contexto cultural, compartimos lo espiritual y lo material en diferentes esferas, pero en la cosmovisión bíblica, Dios exige nuestra devoción y afecto indivisos. El dinero puede ser un tema delicado cuando aislamos esta parte de nuestra vida de nuestra vida espiritual. Dios revela que, para ser Señor, debe ser Señor de todo o no ser Señor de nada. No podemos servir a Dios y al dinero al mismo tiempo. Cuando no entregamos nuestras posesiones a Dios, terminamos entregando nuestra vida a nuestras posesiones y a su vez terminan convirtiéndose en nuestro dios.