Nuestra caminata en Cristo no puede reducirse al moralismo o al ritualismo de la religiosidad. Como discípulos de Jesús, debemos resistir la embestida legalista que busca conformarnos con las convenciones externas del comportamiento humano y recalibrar constantemente en nuestra dependencia de Cristo para la vida. Para convertirnos en creadores de discípulos, debemos ser menos religiosos y más castigados en Cristo.