Muchas veces las personas compartimentan las relaciones o comportamientos para hacer frente a los aspectos disfuncionales de nuestras personalidades de vidas. Como resultado, a menudo nos sorprendemos cuando escuchamos de personas en nuestros trabajos o comunidades que actúan de una manera inmoral o impropia. Para vivir todo para Cristo, los creyentes no pueden permitirse la compartimentación de los hábitos o comportamientos pecaminosos. Cristo debe ser Señor de todos y nuestra naturaleza pecaminosa debe ser puesta en muerte. Debido a que Cristo es el Señor sobre nuestras vidas, no hay que no tenga reclamo ni área donde no tenga voz. Para seguir a Jesús correctamente, debemos tomar su palabra de una manera muy personal.