Vivimos en una era de baja confianza institucional. Desde la política hasta las finanzas, la educación, la religión, los negocios y la filantropía, todos los días escuchamos de los escándalos de quienes usan su poder para obtener ganancias egoístas. En su carta a los Colosenses, Pablo articula el plan de Dios para hacer de su pueblo, la iglesia, una comunidad de personas que valen la pena agradecer a Dios por una comunidad de personas fieles, esperanzadoras y amorosas. Una iglesia sana está hecha de personas que creen la Palabra de Dios y demuestran esta fe con buenas obras, personas que están en aras del llamado de Dios.