Las secuelas de un desastre natural son a menudo tan devastadoras como el desastre mismo. Sin embargo, en la gracia de Dios, algunos desastres pueden canjearse e incluso usarse para promover un nuevo crecimiento y una nueva vida para brotar. Al igual que la nueva vegetación brotando de las cenizas después de un incendio, vemos a una nueva generación de líderes de líderes e iniciativas ministeriales que salen de las circunstancias difíciles en el capítulo anterior.